17.4.07

El Último


Era de noche...la luna brillaba sobre el alto álamo...Lucía sólo oía el silbido del viento por sobre las hojas y los techos, a los lejos, el riachuelo que refulge y acarrea consigo aquel sonido hecho una caricia. Su vestido blanco se mueve al son del canto nocturno, con los ojos cerrados, y sobre estos, un peso, una ilusión.


Era una noche clara... limpia, sin bullicio, sin gente...su negra cabellera al viento, danzando en torno a su blanco rostro...y las pálidas manos que se contornean y juegan con su pelo, con su cuello. Cada noche, y por cinco años, ha estado de pie en ese mismo balcón, melancólica como ella sola, sola como nadie más.

A lo lejos, una pequeña caravana se va moviendo zigzagueante entre las pequeñas colinas que rodean Puebla de Maestre.

Una carroza negra sale del camino, y se detiene frente a las grandes puertas de madera y metal.
Uno de los hombres a la mujer en el balcón...se saca el sombrero, levanta la voz y dice:

-Buenas Noches. ¿Es usted Doña Lucía de Morras?.

-Si, yo soy.-Dijo cerrando los ojos, y dejando escapar un sollozo. Su pecho se apretaba, y una gélida sensación recorrió su cuerpo frágil.

Y es que una sombre asomó su estela frente a la luna, burlona, riéndose. Noche a noche ella espero que un carruaje llegara, pero esto no, así no. Cayó sobre sí, temblando y lentamente se reincorporó, avanzó hasta la escalera y descendió hasta llegar al gran salón. Avanzó por el pasillo hasta llegar a la entrada principal. Nadie salió con ella...vivía sola, desde hace cinco años.

Corrió por el jardín, de pies descalzos, llorando desconsoladamente...el vestido blanco y su cabello negro al viento. Y es que lo único que quería era volver a abrazarlo, volver a sentir su calor, sus besos, formar ese hogar con el cuál habían soñado, y que la maldita guerra les quitó.

Al abrir las puertas de la carroza, vió un cuerpo que yacía inmóvil, tendido en el piso, con vestiduras blancas, con el rostro iluminado por la luz que caía por la ventanilla...pero inmóvil.

Se lanzó sobre él...tomó sus frías manos...y estalló en llanto...sólo decía..."Julián...Julián"...

Lucía respiro, luego secó sus lágrimas...se acercó y lo besó, lentamente...sintió aquel frío beso, el último beso que Julián antes de morir dejó para ella.

Dentro de la carroza, dos cuerpos yacen inmóviles.


Saludos!


Sota/Melancólico