19.6.08

Vértigo.



(Pónele play, mientras lees.)


Estos días, han sido extraños.


A ratos, mi cuerpo se transforma en una montaña rusa. Sensaciones despiadadas que me elevan con el viento, suave. Abro mis brazos, y me dejo elevar...abro los dedos y siento el aire pasar por entre ellos. Mi pelo se agita, es acariciado por ángeles.


Miro hacia atrás, y veo el suelo, veo la ciudad iluminada. Ese color anaranjado de Santiago, esas luces reflejadas en el pavimento mojado.


Y me elevo más, y ya no temo.


El ascenso se vuelve más lento, poco a poco. Me detengo...
Suspendido en el aire siento una paz que me invade, sonidos que me relajan y "me bañan en luz propia"...


Pero no todo está bien. Está todo muy mal. Comienzo a temblar, el viento cesa, y comienzo el descenso.


Caigo a velocidades increíbles. El vértigo me invade. Lloro.


Porque tengo miedo, estoy aterrorizado. Las estrellas, y el sonido comienzan a desvanecerse, se diluyen de a poco mientras el viento se hace más frío y me rompe las vértebras. Trato de mirar hacia abajo, pero no puedo.


A lo lejos, una veintena de manos aparecen desde el cielo, y tratan de tomarme. De no soltarme. Pero parece inútil. Parece que no podrán sujetarme.


Mi grito se escucha en todos los rincones, lágrimas que se secan antes de nacer. Mueren y yo las mato. Quisiese darles vida, quisiese que se unieran a la lluvia, pero ni siquiera pueden nacer.


Vestida de negro aparece. Dobla por la esquina y me mira a los ojos. Me toma y me arrastra hacia rincones desconocidos.


Y muero.


Saludos!


Ps: Extrañaba sentir.

13.6.08

Otro Domingo.


(Escucha mientras lees)


Caminé varias horas.

Tomé Alameda y caminé por fuera del Diego Portales. Ex-Diergo Portales.

Aún lo puedes ver sostenerse débil, manchado de histeria...dolido, acabado, moribundo.

Cerca de las 20, domingo. Es Otoño y el frío cala los huesos. Los Philips negros me cantan Sigur Rós. Hace un rato la Montse Cortés me habló de unas alfareras y la Estrellita me hizo vibrar con la historia de los primos, que locos de amor peregrinan a Roma...a que los case el Papa.

Es Domingo. Joder. Jodidos los domingos, jodidos los atardeceres de domingo. Jodidos los atardeceres y noches de domingo, que no me encuentran en casa, sano y salvo. Jodidos los domingos que me llenan de melancolía, que con su viento roban el humo de mis cigarrillos y me desorientan. Jodidos los domingos que me elevan y luego me azotan contra el pavimento húmedo, frío.

Y ahí estaba. Seca.

Frágil y volátil. Mis ojos miraban. Y veían. O quizás sólo imaginaban.

Estaba tendida sobre la acera. Delgada y delicada. Bella y sola. La ví entre muchas otras;pero esas eran otras, no importan. Nunca importan.

Se diluyen, se desvanecen y la luz se posa sobre ella. Sobre esa única.

La miré, me acerqué lento. La tomo entre mis manos.

Trato de no quebrarla, trato de no romperla. Está seca, abandonada y seca. Pero es bella.

Es la hoja seca más bella que jamás haya visto. Me dejó absorto.


Luego la abracé y la invité a pasear conmigo.


Saludos!

5.6.08

Recuerdo.

Recuerdo.

(Mientras lees, escucha)

Recuerdo que antes sólo existía el Papa Juan. Con su figura alta y delgada.

Cada vez que me veía me tomaba en sus brazos, alguna vez me subió a su caballo, algunas veces caí.

Recuerdo que era bello, su pelo blanco y ojos celestes. su voz temblorosa, de mirada firme, pero amable.

Recuerdo que cada tarde, y luego de tomar el té, el Papá salía de casa, tomaba su caballo o partía a pie; pero antes de subir el cerro prendía un cigarrillo, y el humo jugaba con el feroz viento.

Cuando murió, no me quisieron contar, pero lo supe igual. Estábamos en Rapel, y pasaron a buscarnos para llevarme a Matanzas. Sentí unas ganas enormes de despedirme de él, de correr y ver donde estaría el Papá, donde descansaría, para donde se iba. Que pasaba con el.

Era muy niño, y no me dejaron. Me dolió el alma. Siempre dije que lo iría a ver.

Hoy, lo extraño más que nunca, aunque yo halla sido un niño muy pequeño, pero siento que de una u otra forma, estábamos conectados. Siempre vive en mi mente, en mi recuerdo, aunque se haya ido cuando yo tenía 4 o 5 años. Siempre sentí su amor...hasta el día de hoy siento que me mira desde lo alto.

Cuantas ganas tengo de pedirte perdón viejo, cuantas ganas tengo de correr a abrazarte. Quiero encontrarte en la niebla, quiero que me montes en tu caballo y me lleves a buscar las ovejas. Quiero que me cubras con tu brazo del frío, quiero ver tu sombrero negro otra vez, tus manos arrugadas, sentir tu voz temblorosa, y ver esos ojos celestes brillar fuerte otra vez.

Muchas veces miro al cielo y te veo en las nubes, muchas veces miro al cielo y veo tus ojos en el.

Siento que me miras y que nunca me sacas los ojos de encima, siento que aún me cubres y me proteges.

Perdóname viejo, por olvidarme de tantas veces. Por dejar de buscarte en el firmamento, como antes, cuando estaba mal. Como antes cuando sentía la destrucción en mi. Como siempre...y cada vez que te busqué y te encontré.

Perdóname viejo...perdóname, porque ahora te busco y no te encuentro...porque ahora te necesito y te quiero abrazar.

Perdóname.