Otro Domingo.
(Escucha mientras lees)
Caminé varias horas.
Tomé Alameda y caminé por fuera del Diego Portales. Ex-Diergo Portales.
Aún lo puedes ver sostenerse débil, manchado de histeria...dolido, acabado, moribundo.
Cerca de las 20, domingo. Es Otoño y el frío cala los huesos. Los Philips negros me cantan Sigur Rós. Hace un rato la Montse Cortés me habló de unas alfareras y la Estrellita me hizo vibrar con la historia de los primos, que locos de amor peregrinan a Roma...a que los case el Papa.
Es Domingo. Joder. Jodidos los domingos, jodidos los atardeceres de domingo. Jodidos los atardeceres y noches de domingo, que no me encuentran en casa, sano y salvo. Jodidos los domingos que me llenan de melancolía, que con su viento roban el humo de mis cigarrillos y me desorientan. Jodidos los domingos que me elevan y luego me azotan contra el pavimento húmedo, frío.
Y ahí estaba. Seca.
Frágil y volátil. Mis ojos miraban. Y veían. O quizás sólo imaginaban.
Estaba tendida sobre la acera. Delgada y delicada. Bella y sola. La ví entre muchas otras;pero esas eran otras, no importan. Nunca importan.
Se diluyen, se desvanecen y la luz se posa sobre ella. Sobre esa única.
La miré, me acerqué lento. La tomo entre mis manos.
Trato de no quebrarla, trato de no romperla. Está seca, abandonada y seca. Pero es bella.
Es la hoja seca más bella que jamás haya visto. Me dejó absorto.
Luego la abracé y la invité a pasear conmigo.
Saludos!
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Pensar que podría ser una hermosa mujer aquella hoja que tuviste entre manos.
Yo en vez de invitarla a pasear, la desnudaría y no la dejaría partir hasta la mañana del Lunes.
Publicar un comentario