¡Que increíble!.

No sé, no me di cuenta. Es que me impresiona el sentir estas cosas, esta sensación tan ingrata, tan potente. Se aprieta el pecho, y yo no lo quiero, se genera un calor tan intenso que me quema por dentro, y me invita a saltar, a moverme, a no quedarme quieto. Respiro, me calmo... sigo respirando. Pasó.

Jamás pensé que esto fuese así, jamás pensé que esto podría pasarme, ¿como puede alguien llegar a odiar a otra persona.?. Yo no quiero odiar a nadie, pero si no es odio, ¿Que rayos es lo que siento?.

Me sulfura desde su nombre, su apariencia, todo. Me encantaría su exterminación, lo gozaría(inclusive). Afanes sicopáticos, desmembradores, empaladores se apoderan de mi.

¿Pero quien está mal?. Creo que quien está en un error soy yo. Pero a la vez, algo me dice que no, que no y que no. ¿Nunca se te ha puesto alguien entre ceja y ceja?, no puedes dejar de estar atento a sus movimientos, porque sabés que a la primera...sás!...pegó el zarpazo.

Desearía nunca haber sentido esto, nunca haber visto nada, nunca haber siquiera existido quizás.

Sentimiento despreciable que se aloja en el fondo del ser, sentimiento que reprimes porque avergüenza, da pena, duele. Te reprochan, te acusan, no puedes odiar.

Aunque sea por un segundo por un instante, durante un semáforo, un guiño, un abrir y cerrar.

Lo he sentido, no puedo hacer nada contra aquello, ya fué. Ahora respiro en paz, alguien más conoce este secreto.

Saludos!

Ps: Basado en la sabrosa experiencia de escuchar conversaciones ajenas en una micro.