Generalmente está sólo, pero aún así oye pasos y puertas cerrándose. El piso es viejo y las demás plantas están vacías.
Poco a poco la gente del pueblo se ha ido mudando a los centros urbamos en búsqueda de oportunidades. Nadie pretende quedarse en un lugar inhóspito, frío y sombrío. Donde el musgo gana terreno entre casas abandonadas que se desmoronan con el tiempo.
Es sábado por la noche, y las calles están vacías. Ya nada queda de aquel ruido de fiestas y gente paseando. Ya nada queda de los viejos amigos que llamaban para invitarlo a unas copas. "La edad se los tragó", intentaba autoconvencerse, pero la verdad es que él se encerró en si mismo desde que ocurrió aquello que no puede recordar.
Es sábado por la noche, y él está vacío. El viento se cuela por un pequeño orificio que hay en la ventana del salón. Sobre un viejo sillón descansa un viejo abrigo. Sobre una vieja mesa descansan 13 cajas de cigarrillos vacías, una con 4 cigarrillos y una concha que hace las veces de cenicero que se desborda de colillas.
Sobre sus oídos descansan unos fonos Sony, y en su bolsillo un pequeño reproductor que cargó el día anterior. Escucha los desgarradores sonidos de Jeff Buckley.
De pie, frente al ventanal enciende un cigarrillo y contempla la lluvia bajo los faroles. De niño le gustó hacer aquello. Se sorprendía con el vaivén de los postes cuando estos eran golpeados por fuertes ráfagas de viento.
Este mes olvidó pagar la cuenta de la luz, por lo que debe esperar hasta el lunes para acercarse a cancelar. Mientras, una vela moribunda ilumina y distribuye el sucio aire que hay en aquella pequeña habitación.
Es sábado por la noche, y su único panorama es ver como caen las gotas de lluvia bajo los faroles. Tres cigarrillos y aquel libro policial que ha leído al menos cinco veces.

Saludos!
Sota...