(Pónele play, mientras lees.)
Estos días, han sido extraños.
A ratos, mi cuerpo se transforma en una montaña rusa. Sensaciones despiadadas que me elevan con el viento, suave. Abro mis brazos, y me dejo elevar...abro los dedos y siento el aire pasar por entre ellos. Mi pelo se agita, es acariciado por ángeles.
Miro hacia atrás, y veo el suelo, veo la ciudad iluminada. Ese color anaranjado de Santiago, esas luces reflejadas en el pavimento mojado.
Y me elevo más, y ya no temo.

El ascenso se vuelve más lento, poco a poco. Me detengo...
Suspendido en el aire siento una paz que me invade, sonidos que me relajan y "me bañan en luz propia"...
Pero no todo está bien. Está todo muy mal. Comienzo a temblar, el viento cesa, y comienzo el descenso.
Caigo a velocidades increíbles. El vértigo me invade. Lloro.
Porque tengo miedo, estoy aterrorizado. Las estrellas, y el sonido comienzan a desvanecerse, se diluyen de a poco mientras el viento se hace más frío y me rompe las vértebras. Trato de mirar hacia abajo, pero no puedo.
A lo lejos, una veintena de manos aparecen desde el cielo, y tratan de tomarme. De no soltarme. Pero parece inútil. Parece que no podrán sujetarme.
Mi grito se escucha en todos los rincones, lágrimas que se secan antes de nacer. Mueren y yo las mato. Quisiese darles vida, quisiese que se unieran a la lluvia, pero ni siquiera pueden nacer.
Vestida de negro aparece. Dobla por la esquina y me mira a los ojos. Me toma y me arrastra hacia rincones desconocidos.
Y muero.
Saludos!
Ps: Extrañaba sentir.